-…Bien, teniente; volvamos al poblado. Siga por dónde lo habíamos dejado antes de cambiar las cintas, si es tan amable.
Era una habitación pequeña. Realmente angosta. Incluso para los cánones de la propia Compañía. Pequeña y angosta, a decir verdad; era encumbrarla a niveles propios de las grandes obras de la humanidad: Una antigua celda de retención de tres por tres; con paredes mugrientas, humedades en el techo, una simple bombilla parduzca; y el olor. Ese maldito olor. La mezcolanza infumable que conformaba el sudor de 4 hombres, añadido al resquemor producido por los aparatos de grabación y de transmisión satélite; amén del suyo propio producido por tres semanas sin conocer el agua corriente. Sí; realmente era una habitación jodidamente pequeña…
-Gracias, señor. Esto…Como iba relatando; nos encontrábamos en el límite último del poblado, prácticamente en el puente de entrada a él; y estábamos repeliendo el ataque de la 97º de Marines; siempre a las órdenes del caudillo rebelde. Tal y como se me encomendó, no me separé más de 5 minutos de él y su guardia personal; cosa difícil debido a la refriega que se estaba produciendo en dicho momento. En el momento que la 97º tomó por primera vez control sobre el puente de entrada, en apoyo del personal de la ONU; quedábamos unos 20 rebeldes apostados en las casas y porches del radio exterior del núcleo urbano. Olía a cerdo; lo recuerdo bien. Y aquél maldito Sol parecía no minar un ápice la moral de los seguidores del caudillo local…
-Teniente, disculpe; comprendo la intensidad de su última misión y acepto que no todo ha salido como desearíamos… Pero deberíamos abreviar hacia el momento en que Rhe-Emmo secuestra al Sargento Thompson y al cabo Myers; ¿No le parece?
-Sí…er…claro señor.- ¿CIA? ¿NSA? ¿USMC? Tanto daba, la mojigatería no estaba reñida con cualesquiera que fueran las siglas a las que respondía aquél mamón. Empezaba a cansarse de sus constantes interrupciones y de esa estúpida forma de llevarse la patilla dorada de sus gafas a la boca, en un intento de condescender con el resto de personajes a los que debía contentar con sus respuestas. Esperaba no ser igual de gilipollas al llegar a los cincuenta; y no tener que peinarse las canas al reverso para parecer más joven que aquellos a los que mandara. En cierto sentido; simplemente se contentaba con no ser igual de gilipollas, las canas se la traían floja.-Dos hombres americanos se adelantaron a un comando punta de lanza enarbolando la bandera blanca. Parece que querían parlamentar con el jefe de los rebeldes. Como estaba planeado; un rebelde se adelantó a ellos en mismo gesto y se hizo pasar por Rhe-Emmo, dándoles guardas y palabras de fe sobre la bondad de los hombres que deponían las armas por detrás de la palabra. Picaron, señor. Y entonces, todo sucedió muy rápido…Tal y como habían planeado; tomamos al Sargento y al Cabo como rehenes, apuntándoles con todo lo que teníamos en las manos y profiriendo loas al corán y a Alá. Si le soy sincero, “señor”, sus chicos se mearon en los pantalones mientras les quitábamos las armas y los despojábamos de los OTV’s.-Todavía recordaba la mirada de cordero de aquellos dos pobres diablos. Los pichas bravas, en un alarde de compadreo con los que les guardaban las espaldas; habían querido hacerse los “fucking brave americans”; y el tiro les había salido por la culata…no; el tiro directamente les había destrozado el puto culo. Al verse maniatados y alzados en el aire por los rebeldes, como si de un acto acordado se tratase, los dos habían aflojado la vejiga tal y como cochinos en Mayo. Los estertores y risas de los rebeldes todavía resonaban en sus oídos. Marines de picha brava. Lo más mejor de la US Army, si señor.- Los retiramos de la línea de fuego y varios rebeldes se dedicaron a robarles y humillarles, mientras 5 hombres acompañados por el auténtico caudillo se avanzaron unos metros y destaparon de su escondite los explosivos. El objetivo, según pude conocer gracias a los días pasados como guardia personal de Rhe-Emmo, era causar el máximo número de bajas americanas posibles, mientras uno de nuestros rebeldes lo grababa todo en vídeo. Siempre actué bajo las directrices que se me dieron; pese a saber lo que iba a suceder y conocer perfectamente cual era mi auténtico bando. Pero aún así, saboteé el explosivo.
-¿Qué hizo qué?
-Sí, señor. Lo saboteé. No quería ser participe de la muerte de compatriotas míos. Gente a la que como yo, habían mandado al culo del mundo con un papel en la mano y unas órdenes bajo el brazo. Lo siento.
-…Teniente, ¿Se da cuenta de que esta sesión está siendo grabada y de las posibles consecuencias que ello pueda acarrearle?
A la mierda. Claro que lo sabía, joder. Hasta un lechuzo cojo lo sabría. “Estados Unidos de América: Juega a nuestro juego, sé bueno; y chúpanosla cuando te juzguemos por hacer bien tu trabajo.”
-Conozco perfectamente el índole y consecuencias de esta sesión, señor. Sólo relataba lo que se me ha pedido y de la forma en que se me ha pedido que lo haga…”señor”
-De acuerdo, continúe.
-Tras, como he mencionado, sabotear el explosivo; se lo pasé a Rhe-Emmo y éste caminó unos metros hacia la línea de fuego de los Marines. Ví perplejidad en la mirada de los tiradores americanos; como si no supieran que hacer ante tal eventualidad: Secuestran a sus mandos, aún enarbolando la bandera blanca, mientras ellos, desde una posición más elevada al enemigo; escuchan con estupor los cánticos musulmanes, las amenazas, los gritos de desesperación de sus compañeros, el clamor de los heridos...Deberían dejar de reclutar a niños para hacer el trabajo de hombres, si me permite el consejo, señor.
-Teniente…
-Sí, sí, que me calle. Como desee, señor.
-Continúe, por favor.
-Entonces sucedió. Rhe-Emmo miró a sus hombres en las posiciones traseras. Los Marines empezaron a apuntarnos uno a uno. Los punteros láser recorrían la calle rápidamente. El caudillo alzó la voz, arengando a sus hombres, con el explosivo en la mano izquierda. Ví un puntero en su espalda, pero no había disparos. Alzé mi Scar y apunté a un punto indefinido en el horizonte, por encima de las cabezas de mis compatriotas. Rhe-emmo me miró. Detuvo su arenga. Ví locura en esos gatunos ojos negros. Me sonrió. Y entonces empezó a caminar derecho a la línea de los Marines mientras gritaba “DJambo!!!” Todos dispararon. Los Marines dispararon. Yo disparé. Hasta las putas moscas dispararon, señor.
-Sí, sí, sí…Esa parte ya la vimos en las imágenes del Nomand, teniente. Siga hasta la parte del segundo parlamento, por favor. Este departamento está interesado en la figura de Rhe-Emmo exclusivamente, teniente.
Vaya. “Departamento”. Ahora debían estar jugando a los espías malotes. A esos que te dicen que son de un departamento, cuando en realidad han de responder ante algún subdelegado de seguridad o alguna compañía privada…
-Bien. El segundo parlamento. Si, a ver…Se produjo a unos cientos de metros del puente de entrada al núcleo urbano; en una pequeña sabana a las afueras de la ciudad. Vegetación escasa, de baja altura, y algún que otro árbol o acacia, yo que sé; no soy jardinero. El hecho fue que esta vez ya estábamos mejor preparados….perdón…los “americanos” estaban mejor preparados ante las tretas rebeldes. Pude ver como un joven sargento de artillería tomaba el mando del lo poco que quedaba de la 97º y distribuía a sus hombres en una flanco amplio con tiradores apostados entre la vegetación. Rhe-Emmo lo había previsto; y urdido un plan acorde la la forma típica de proceder de los Marines ante tales situaciones. Es un hombre listo, si me permiten la loanza…La cosa es que utilizamos al Sargento secuestrado; lo amordazamos; y lo echamos en una camilla ensangrentada en la que había muerto un rebelde anteriormente; un chaval de 20 años; natural de Etiopía…-Lo vió morir. Y tan sólo tres noches antes estaba comiendo cabra con él en la hoguera del campamento rebelde. Le caía bien, quizá por recordarle a su sobrino, quizá por re…
-¿Teniente? ¿Se encuentra bien?
-Em…sí, esto…Si, señor. ¿Por dónde iba…? Ah, sí, la camilla. Rhe-Emmo siguió con su plan de maximizar las bajas en el bando americano, para lo que escondió un nuevo explosivo, del que yo no tenía conocimiento hasta ese mismísimo momento, debajo del Sargento amaniatado, ocultando la treta con unas vendas ensangrentadas. Nos ordenó apostarnos tal y como hacían los americanos. A mí, concretamente, me pidió que no perdiera de vista al operador de comunicaciones. Creo que se olía lo de los Predators del Bon Homme, señor…A lo que iba, pues…Ya colocados todos los peones de uno y otro bando, se acordó entre ambos bandos intercambiar al prisionero supuestamente herido por víveres, medicinas, y tabaco. Mucho tabaco. ¡Esos tíos fuman como la vieja Gertrude, señor!. El joven sargento de artillería accedió. Craso error…En cuanto la camilla estuvo dentro de la línea americana; Rhe-Emmo saltó de su posición, en desbandada hacia un rocazo dónde esconderse gritando y gesticulando por Alá, el Corán, y repitiendo una y otra vez “DJambo” “DJambo” “Djaaamboo”…De veras, señor; y siento la risa, pero ese hombre está loco. Está como una puta cabra- Y bien cierto era. A ver, eres el super caudillo de 100 negratas en mitad del culo del mundo; tienes a un puto regimiento entero de Marines enfrente tuyo, estás acorralado y encima, para darle más vidilla al asunto, has secuestrado y violado a dos mandos de la nación más poderosa del mundo…y lo único que se te ocurre antes de que te jodan con un M-4 por el cacas, es gritar a los cuatro vientos “Djaaambooo”…¡Que le asparán si entendía a aquél barbudo!
Aún así, y viendo la cara de sus cuatro interlocutores; de los que sólo el canoso hablaba; sólo podía oír el suave ronroneo de los aparatos de grabación. Nadie reía. Nadie guiñaba un ojo. No se oían toses. Raro. Este tipo de gente solía ceder un tanto cuando presentaba los informes de sus surreales misiones; más por lo propio de dichas operaciones, que por el tipo de contenido de las mismas. Pero ellos no mostraban un ápice de compadreo ni de confianza. Al contrario…gestos serios, incluso podía discernir la gota fría en la frente de uno de ellos, con su corbata negra y sus gafas oscuras. Aquello no era habitual. Y no le gustaban las cosas “no habituales” en ese tipo de situaciones.
-“Djambo”, ¿eh?
-Sí, señor-moderó el tono y cortó la sonrisa; por si las moscas. Nunca se sabe cuando tienes enfrente a un general, aunque sea un cretino redomado.- Eso fue lo que dijo Rhe-Emmo, señor.- Más miradas serias entre los cuatro hombres. Más sudor frío. Más mierda, en definitiva; pensó para sí mismo.
-Bien, Teniente, creo que con esto hemos oído suficiente-hizo una seña al operador de cámara; y éste comenzó a apagar uno por uno todos los aparatos.-Ni que decir tiene que su país le agradece los servicios prestados y los…-titubeó un segundo, levantó la vista y le miro fijamente-Pero todo esto ya lo sabe, ¿no, teniente? Claro que lo sabe.-Se abrió la puerta; brindando una tizna de aire fresco del exterior pero llevándose consigo la poca luz que había en la habitación y los hombres procedieron a salir uno a uno sin siquiera dirigirle una mirada desde sus gafas oscuras. Tan solo el operador de cámara se despidió al salir, cosa que le sorprendió por lo inusual…-Ya sabe como funciona esto, Teniente. Vuelva a dónde quiera que tenga que volver, y nos pondremos en contacto con usted cuando le necesitemos de nuevo. Que, dada la situación, seguramente sea pronto. En fin…adiós Teniente.-Le agarró; sí, le “agarró” la mano izquierda y se la estrecho fuertemente con un decidido vaivén mientras con su mirada recorría nuevamente la habitación.
-Esto…sí…Adiós, señor. A sus órdenes, señor…
Y entonces lo supo. En cuanto soltó la mano de aquél hombre y se quedó sólo en la habitación oscura lo supo. Apenas fue un segundo; pero la certeza volaba por su cabeza a alarmante velocidad. Algo en su fuero interno empezaba a gritarle desde los sótanos de su consciencia adiestrada. Era una pequeña sensación, disfrazada de lobo; que le recorría la espalda y se aferraba a cada poro de su lógica y raciocinio. Quizás fuera el calor agobiante; o la suciedad de cada poro de su piel. Quizás fueran las horas pasadas en la habitación mientras duraba su informe completo; o quizás, y sólo como último “quizás”; fuera el cansancio y las noches entre heridos y refriegas, los que le nublaban el entendimiento verdadero de lo que estaba ocurriendo en ese preciso momento…
…O quizás, simplemente; aquél maletín que habían dejado sobre la mesa; y el parpadeante Led de su empuñadura; le presagiasen un delicado y, por que no; jodido final para aquella operación. La última operación. Semperfi. Y una mierda….